15 de abril de 2019

Reseña: «El que tenga valor que me siga»

El que tenga valor que me siga narra acontecimientos de la Guerra
de la Independencia con precisión y rigor. Imagen: www.casadellibro.com
La novela histórica, desde siempre, nos ha abierto una puerta a la recreación verosímil de lo sacontecimientos que definieron al pasado y han conformado nuestar cultura del presente. El que tenga valor que me siga es una obra que encaja en este marco.

En primer lugar, hallaremos un torrente de intereses político-personales. Tanto el protagonista como algún camarada o su mandamás condicionan todo en función de lo que más les conviene, siendo rayanos en la mala educación y en la actitud huidiza ante situaciones que van contra la forma de pensar. Será una batalla humana por hacerse un hueco en la victoria a través de un lenguaje que a veces tiene éxito y otras no.

Las triquiñuelas estarán aquí a la orden del día entre visitas a lugares estratégicos y comunicaciones diversas. No os perdáis las confrontaciones entre los dirigentes cuando las cosas no van como ambos desean. Esto es una clara referencia a que no existen dos personas en el mundo iguales. 

A pesar de que en la obra encontraremos a gente de clase social destacable, se advierten diferencias muy llamativas entre los peces gordos. Vemos desde el señor que todo lo dirige con mano de hierro al poderoso que es movido cual pieza de ajedrez e incluso ignorado por su entorno. Es una muestra de que en un contexto bélico se olvida uno de formar equipo y mirar más para lo que más poder otorga. Por supuesto, otros personajes menos inmiscuidos en la Guerra también aparecen, cada uno con un papel muy particular... y no siempre limpio.

La narración de los hechos es estupenda y, en consecuencia, es cómodo moverse de capítulo a capítulo. El libro, además, apenas huye de los acontecimientos y mantiene al lector con la atención puesta en el hecho histórico todo el tiempo. Con su mezcla de ficción y realidad, te adentrarás con facilidad en uno de los episodios en los que España, Cuba, Inglaterra y Estados Unidos vivieron una tensión poco antes conocida bajo el mando de uno de los personajes más olvidados de aquella turbulenta época.

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