5 de septiembre de 2018

Leer en la playa

Desde siempre, la playa se ha considerado un sitio estupendo para leer. Raro es el día en que bajo una sombrilla o sentada en una estera no ves a una persona devorando un título, disfrutando de ese rato libre que los quehaceres diarios le permiten.

Sin embargo, yo considero que la playa es el lugar ideal para desconectar de la cultura. No tengo duda de que leer es una actividad relajante que, con el telón de fondo de las olas del mar, siempre inquietas, puede sumergirte en un estado de calma absoluta sin necesidad de entrar al agua. En cambio, yo veo que este lugar es más para disfrutar de lo que la naturaleza nos ofrece: brisa, sol, sonidos del agua, aves con sus onomatopeyas, etc. Me veo incapaz de abrir un libro mientras me encuentro en un entorno como el descrito: la lectura, por relajante que sea, conlleva un esfuerzo. Si ya hablamos de un ensayo técnico u idiomas diferentes al nativo, la exigencia podría ser mayor.

¿Significa esto que me opongo a la lectura en la playa? No. De hecho, jamás he estado en contra de esta actividad. Prefiero llevarla a cabo en sitios más silenciosos, donde pueda concentrarme y aislarme de forma que durante el rato que estoy leyendo solo nos hallemos la historieta de turno y yo. Me parece una forma más efectiva de sacarle provecho a este sano ejercicio. Después (o antes), que vengan todos los baños que quieran venir en un mes de septiembre con menos manga ancha que sus dos antecesores, pero que no por eso nos debe privar de ir a donde queramos y hacer lo que deseemos para estar a gusto.

¿Tú lees en la playa? ¿Tienes algún sitio favorito? Puedes dejarme tu comentario en mi perfil del portal Bloguers, donde se aloja esta entrada, y votarla si te ha gustado.

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