Voces de Chernóbil alberga las impresiones de varias personas afectadas por el accidente nuclear de Prípiat. Imagen tomada de www.casadellibro.com |
De esta obra destacaría el uso de la primera persona. Todos los relatos tienen en muchas de sus frases la primera persona del singualr. Como siempre ocurre, el «yo» genera una fuerza narrativa brutal y que hace que sientas más todo lo que se narra. Es como mantener una especie de conversación contemplativa: tú oyes y percibes, pero no puedes responder. Ha sido un acierto clave para la calidad del libro.
A continuación resaltaría el realismo puro y duro que emanan sus páginas. La tragedia por la explosión de aquel reactor está presente en todo momento. Apenas hay información sobre otro asunto, lo que favorece la concentración en la lectura y sitúa a quien la ejerce en un escenario verosímil y palpable. Dentro del drama, puedes disfrutar con los diferentes puntos de vista de cada uno de los afectados. Todas sus historias están impregnadas de lo mismo, pero la percepción y las reacciones ante la causa fatídica difieren mucho unas de las otras: hay quien se va, quien se queda, quien sufre, quien se resigna... Como la vida misma: aquí nadie es igual a nadie.
Voces de Chernóbil puede leerse también como una crítica a la relativa parsimonia del gobierno con sus ciudadanos pese a la gravedad de la situación. Los primeros en sufrirlo todo son los pobladores cercanos. Sin embargo, se lee también sobre el escaso miramiento que hay hacia algunos que se juegan su integridad para subsanar todo lo derivado del accidente. Nadie estaba preparado allí para algo de semejante calibre.
Destacan, por último, unos monólogos donde participan grupos de soldados, habitantes anónimos y niños al final de cada una de las tres partes del libro. Bestial el contraste de vivencias y la forma de concebir qué ha sido para cada cual Chernóbil. Los ojos de los infantes en nada se parecen a los de un adulto.
Aunque las historias que la autora ha reunido mediante sus entrevistas son emocionalmente duras, las necesitamos para no olvidar qué fue de aquellas familias inocentes que se vieron privadas de su vida anterior, de sus mundos. Voces de Chernóbil es de esos libros que no se disfrutan por la pertinencia de su historia, sino por los valores que transmite y por el deseo imperturbable de la superivencia en un lugar que respira un tácito desasosiego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puede