6 de marzo de 2017

Reseña: «La niña alemana»

La niña alemana narra un duro episodio padecido por la población judía residente en la Alemania de los años 30. Imagen tomada de www.edicionesb.com
Cuanto más leo sobre éxodos por ideologías no afines a las de un mandatario, menos comprendo que se hayan podido dar episodios como estos, donde la etnia valía más que la vida.

En primer lugar, destacaría la carga emocional dolorosa presente en los protagonistas de la historia. Esta parece encarnarse hasta el punto de ser un juego de niños meterte en la piel del pueblo judío exiliado de Alemania. El pogromo, la propaganda contra los hablantes de hebreo, los azotes de los medios de comunicación. Todo converge en una espiral de pánico e impotencia. Podemos observar cómo, paso a paso, Alemania se a haciendo cada vez más fuerte ante los judíos hasta el punto de, por diversas acciones, convertirlos en simples números.

Es notable también la presencia del miedo. Veremos cómo Cuba, uno de los países al que han de emigrar los exiliados, pone trabas a acogerlos como refugiados por una evidente razón: el miedo al poderoso Reich. Todo esto conlleva un refuerzo del sentir general hacia esa gente manifestado en un rechazo irrefutable. Pocos quieren enemistarse con Alemania.

Asistimos también a una muestra de resignación. Vemos cómo ciertos personajes han de tragar con un destino, unas costumbres y unas imposiciones que les persiguen desde antes de abandonar Alemania sin que nadie supiera nada. La pesadilla, cuando parecía que había tocado su fin, se vuelve a manifestar, dando a comprender cuánta miseria humana ha tenido que soportar la población judía incluso lejos de su tierra. Esto se ve en algunos personajes, cuya impresión es estar atrapados pese a haber huído de su opresor.

Otro punto muy a favor es el cierto paralelismo existente entre la historia que transcurre en el pasado y en el presente. Los contrastes, pese a ello, serán notables. Pasamos de un mundo de opresión y golpismo a otro donde reina la estabilidad. Un factor común, sin embargo, es la incertidumbre. Mientras que unos luchan en el pasado por sobrevivir a un conflicto que no han buscado y del cual no saben quién saldrá indemne, por otro lado se busca indagar en dicho pasado turbulento para hallar determinadas respuestas a tanto secretismo y misterio. El momento en que pasado y presente se unen es brillante.

Por lo demás, el libro está muy bien narrado y documentado. Para quien le interese, está más escrito en el español hablado en Cuba que en el España, lo que permite indagar por su léxico y contrastarlo con el nuestro.  Lo veréis en voces como «sobreviviente» («superviviente» en España) y en alguna que otra construcción sintáctica. Obviamente, las dificultades para comprender el texto son nulas.

Dolor, rabia, mucha unión y lucha ante las circunstancias indeseables hacen de esta obra un buen homenaje a aquellos a quienes les arrebataron todo por nada. El Sant Louis, gracias a La niña alemana y pese a que ya no existe, ahora puede navegar para siempre por las aguas de la memoria que ha de invitar a que suscesos como el narrado no se tengan que repetir.


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