11 de noviembre de 2015

Reseña: «Fábulas»

Más de veinte siglos después, las fábulas de Esopo se siguen leyendo. Imagen tomada de www.megustaleer.com

Los clásicos son un ejemplo de resistencia ante los azotes de la literatura actual. El lenguaje adornado y rodeado de dioses, héroes, ninfas, musas ha sobrevivido a los quijotes, las kannerinas y los robinsones para luego batirse con los ordenadores, teléfonos móviles y toda esta parafernalia que nos invade día sí y día también, tanto que ni la tinta se libra de reflejarlos en sus obras. Fábulas es una de esas fieras supervivientes.

Nos vamos a encontrar aquí relatos breves a través de los cuales personas, animales, divinidades,  héroes e incluso algún ser inanimado o abstracto nos muestran mediante sus vivencias las virtudes y los defectos de los seres humanos. Mentira, bondad, inocencia, crueldad y otras características que forman parte de nuestro ADN desde tiempos pretéritos quedan reflejadas fielmente gracias a la moraleja final que esconden todas la historias, de las cuales se aprende qué hay que hacer y qué no.

Llama la atención la enorme cantidad de fábulas recogidas y sus diversos formatos. La mayoría son narrativa, pero encontramos también formato poesía. Personalmente, me ha gustado más la primera forma. Es más cómoda de leer (dado que al traducir al español la rima es muy complicada) y no estoy acostumbrado a leer por versos.

Si tuviera que destacar una fábula, lo tendría difícil. Hay tanto que se dice en tan pocas palabras que cuesta determinar quién se lleva el premio a la claridad, la concisión y la precisión. Por mentar alguna, cito la fábula de «El hombre, la yegua y el potro», que enseña a que conviene favorecer a quien luego nos pueda devolver el favor, siempre en nuestro propio beneficio.

En líneas generales, es un libro de lectura ágil y amena.  Ha sido agradable volver por instantes a los tiempos de segundo de bachiller, donde Esopo caía en selectividad. A mí me cayó la fábula 211.

2 comentarios:

  1. También, también recuerdo que me cayó una fábula de Esopo, recuerdo que el examen me salió bastante bien a pesar de que la profesora no quería enviarme a selectividad por miedo a dejarla en evidencia, literalmente.... jijiji. Es un buen compendio, creo que volveré a echarle un ojo pronto. A los clásicos hay que tenerlos siempre cerquita...

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  2. Qué tiempos aquellos los de la selectividad, jaja, menuda tensión en tres días de exámenes decisivos. Pues fíjate, si no querían mandarte allí por eso es que estabas haciendo bien tu trabajo, aparte de que se nota que disfrutabas con lo que hacías. Este clásico bien vale como un manual de comportamiento humano. Si lo llegas a leer verás qué poco hemos evolucionado en algunas cosas, por no decir nada en otras :P.

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