18 de septiembre de 2014

Reseña: La última noche en Tremore Beach

La última noche en Tremore Beach fue publicada por Ediciones B en junio del presente año. Imagen tomada de www.edicionesb.com
Un lugar recóndito donde la estabilidad general no es precisamente la nota dominante es donde queda emplazada esta obra. Desde el primer momento, lo inhóspito, los fenómenos meteorológicos y las circunstancias que rodean a los personajes enganchan al lector de forma irremediable.

Destaca el personaje protagonista: Peter Harper. Desde el primer suceso con trascedencia que le ocurre, cuesta adivinar si lo que le va pasando después es producto de la realidad o de la imaginación. Ello invita a cavilar de forma constante sobre esta distinción y, sobre todo, a cuestionarse por qué sucede. Los personajes con los que se va encontrando llegan a modificar su actitud en la obra ante diferentes situaciones. Da la impresión de que nos encontramos a más de un Harper que está más controlado por el entorno que por sí mismo. Y no digamos nada cuando se trata de relacionar unos hechos con otros: una melee mental bastante atrayente.

Nos vamos a encontrar una obra donde la maldad y la incertidumbre se ponen al servicio del consumidor desde el minuto uno. Esto conlleva tener la impresión de que hay acción en todo momento, de ahí que el dinamismo en la relación personaje-circunstancias no pasa desapercibido. Ni siquiera en las situaciones donde la calma reina puede estar uno tranquilo. Lo mejor es que a veces ni te das cuenta.

También explora el fenómeno social de vivir un pueblo: todos se conocen, se tratan y se reúnen para los eventos que se organizan. Les rodean una tranquilidad pasmosa y una sensación de sosiego que la acción humana se encarga de desbaratar a medida que se complican los hechos. Dentro de este fenómeno hay un guiño al trabajo en equipo. Te das cuenta de que sin la acción humana no hay acción posible, sobre todo si se trata de buscar el bien.

Otra nota a destacar es la influencia de la situación familiar sobre los hechos. Me ha recordado a los problemas que acarrea la desunión de una pareja, que condiciona tu vida y la de los que menos culpa tienen de todo para siempre. En el libro lo veréis reflejado clarísimamente.

Aparte de otros elementos un tanto inverosímiles que le dan cierto interés, es una obra que merece la pena leer solo por ver cómo de poco (Tremore Beach es pequeñísimo) se puede sacar mucho. Cuando llegues a la tercera parte, intenta parar de leer antes de terminarla... si te atreves.

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