Los clásicos no solo nunca mueren, sino que se reescriben en tiempos modernos sin faltar a la mejor esencia de los pasados. Es lo que ocurre con Odisea: la empezó Homero y la ha traído a su manera al presente Javier Negrete.
El primer punto que destacaría es el ya mencionado: la fidelidad de la obra respecto a la original. Vamos conociendo paso a paso episodios de la vida de Ulises (u Odiseo en su versión griega). Costumbres sociales, emplazamiento, sentido bélico y una ambición desmesurada recorren las páginas de esta "nueva" obra con la misma intensidad con la que nos la trajo Homero en su día. Cultura clásica prémium a precio de coste.
No falta ninguno de los mejores personajes. Desde héroes a dioses, pasando por los humanos, podremos no solo recordar el papel de cada uno de esos grupos, sino que también asistiremos a un elenco de licencias, de situaciones recreadas en las que solo los protagonistas más adecuados según lo que ocurre aparecen. Gracias a ellos, la obra cobra un realismo digno de mención.
La acción sucede a raudales: desde la batallas que emprende Ulises en su trayectoria hasta otros acontecimientos impensables y que van a mantener la atención de lector en todo momento. Para la gresca tenemos a los héroes de la Guerra de Troya en la vanguardia, pero si pensáis que solo los hombres son los que van a combatir te equivocas. Veremos que ciertas mujeres no se quedan ni mucho menos atrás en lo que a presentar batalla se refiere.
Me ha encantado la cantidad de escenarios; no falta ninguno de los importantes y sus descripciones son magníficas; te hacen sentirte dentro de ellos. Además, en algunos de ellos ocurrirán cosas sobre las que antes no has leído y que reflejan quién es Ulises de verdad.
Con todo, es una obra con licencias, pero muy bien tomadas y necesarias para no convertir esta Odisea en un refrito de la homérica. Con una narración cómoda de seguir, referencias a la importancia de no rendirse nunca y un ambiente propio de aquellos tiempos, Odisea se convierte en un novelón que hará las delicias de quienes gustamos de letras puras... y de los que no.
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