¿Tienen los libros fecha de caducidad?

Se anuncia a bombo y platillo el lanzamiento de lo que será un superventas. Llega el día para que el público pueda comprarlo, pasan tres o cuatro meses y ya nadie se acuerda de aquel título. Entonces, ¿tienen fecha de caducidad los libros? Algunos sí; otros miles, no.

Si prestamos atención a los géneros literarios de un modo muy general (narrativa, poesía, teatro, etc.), yo diría que no tienen fecha tope para considerarlos antiguos o desfasados. Una cosa es el año de publicación o que su período promocional haya concluido; otra, simplemente, la historia que esconde, la cual puede leerse en cualquier momento. Si bien una obra escrita en los 40 no va a incluir a priori léxico de fasolectos como la tecnología o la enseñanza moderna, sí que va a narrar una historia tan válida como cualquier otra y que, por tanto, no desmerece nuestra atención. Es más, el que esté ambientada en su propia época y no en una futura es un atractivo para aprender de lo que había entonces. ¿Cuántas de las obras antiguas pueden relatar algo que podría ocurrir perfectamente mañana? Las hay a cientos (mientras no sean de ciencia ficción o fantasía, claro).

Los libros que sí tienen fecha tope son los de texto o incluso los ensayísticos, pienso yo. En el caso de los primeros, el tiempo pasa, el lenguaje cambia, la historia nos deja hechos año a año, la ciencia descubre avances en determinados conceptos, etc. Ello hace que no todos los años se enseñe lo mismo. En cuanto a los segundos, en muchas ocasiones están sujetos a cómo avanza el mundo. Por ejemplo, ante el hallazgo de una ciudad perdida bajo el mar, la implantación de sistemas tecnológicos en deporte o el hallazgo de nuevas curas para tratar enfermedades habría textos ensayísticos que habría que actualizar. Eso sí, tanto un tipo de libro como otro tienen un gran valor histórico con el paso de los años: nos ayudan, al igual que en los géneros literarios, a ver cómo era el mundo antes.

A mí no me importa el año en que se publique una obra. Si me interesa, la leo, que aunque se trate de vender muchos libros nuevos también hay que considerar el disfrute que nos proporcionen. Y para el disfrute, gente, no hay edad.