1. Emplazamiento apartado. Una isla es un territorio aislado de la península, de la cual, por tanto, solo puedes salir por mar o aire haya o no una situación de emergencia como para que el lugar sea evacuado. En literatura, la tecnología aeronáutica actual podría no ser suficiente para casos como esos. De hecho, ha habido una huida en el último ferry que quedaba disponible en la isla.
2. Condiciones climatológicas adversas. Un temporal con lluvia suele traer complicaciones: inundaciones, riadas, etc, que dan a la narración un toque de acción llamativo. El autor ya dejó ver que las precipitaciones pueden condicionar el devenir de una historia en La última noche en Tremore Beach. Con que llueva la mitad esta vez, habrá una buena historia garantizada.
3. Escasez de recursos humanos. Nos encontramos en un lugar casi vacío tras la huida y quienes han quedado son personas sin aparentes recursos para salir indemnes de una amenaza. Intriga si un hipotético trabajo en equipo o individual funcionaría para protegerte de un peligro sin más salida a priori que el propio mar enardecido por el temporal.
4. Presencia de un objeto flotante inesperado. La aparición de un misterioso obejto invita a realizar infinitas cábalas no solo sobre su contenido, sino también sobre el significado. A medida que se va sabiendo qué es eso, surgen nuevas teorías de todo tipo. Un placer para los lectores que gustan de pensar e interactuar con la historia.
5. Conexión de todos los elementos. El denimonador común de los elementos anteriores es el suspense. Existe relación directa entre todo la anterior y, por los antecedentes del autor con narraciones del estilo, nos puede esperar un relato de los que enganchen.
En conclusión, merecería la pena invertir esfuerzo en sumergirse en las páginas de este libro. Quizá no te suene tanto Mikel Santiago como Stephen King, pero hay pruebas fehacientes de que aquel se ha convertido en un buen referente del suspense en español. Yo aún sigo en Tremore Beach oyendo la lluvia caer, pero me trasladaría a esa isla para, al menos, ver qué se cuece.
Portada de la novela Imagen tomada de www.casadellibro.com |
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